El té frío es una de las bebidas más refrescantes para el verano. Sin embargo, en algunas culturas, como la de los tuareg o beduinos del Sáhara Occidental, se toma muy caliente, prácticamente hirviendo, incluso con temperaturas cercanas a los 50 grados.
Esto se debe a una antigua tradición basada en la termorregulación del cuerpo: al consumir una bebida caliente, se estimula la sudoración, lo que ayuda a refrescar la piel y reducir la sensación de calor. En muchos hogares árabes, además, servir té caliente a los huéspedes es una muestra de hospitalidad, mientras que ofrecerlo frío podría considerarse una falta de cortesía.
Té frío: la opción favorita para el verano
Aunque el consumo de té ha aumentado en los últimos años, en países como España las costumbres son diferentes. En verano, dejamos el té caliente para los más valientes y optamos por disfrutarlo bien frío. Esta bebida no solo es perfecta para combatir el calor, sino que también nos ayuda a hidratarnos y aprovechar sus beneficios nutricionales.
Además, el té combina a la perfección con otros ingredientes que le aportan un toque especial, como fresas, frambuesas, zumo de limón, azúcar moreno, jengibre o canela.
Consejos para preparar el mejor té frío
Antes de ponerte manos a la obra, hay un detalle importante: cuando prepares té para servirlo frío, es recomendable añadir un poco más de cantidad en el infusor o tetera, ya que al enfriarse pierde algo de intensidad en el sabor.
Para facilitar la preparación, un hervidor de Ufesa puede ser tu mejor aliado. Con una capacidad de 1,7 litros, te permite calentar agua de manera rápida y segura, sin necesidad de usar la vitrocerámica o la inducción.
¿Cuánta cantidad de té y agua utilizar?
La proporción varía según el tipo de té y el gusto personal, pero como referencia, se suele añadir una cucharadita de té por cada 250 ml de agua (aproximadamente una taza). Si prefieres un sabor más intenso, puedes aumentar ligeramente la cantidad de té.
Recetas de té frío para disfrutar este verano
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Té Thai
Popular en Tailandia, este té se elabora con una base de té negro a la que se añade anís estrellado y limón. Se sirve muy frío, casi helado. -
Té verde con vainilla y melón
Infusiona té verde en agua hirviendo y añade una rama de vainilla. Deja reposar y, cuando aún esté caliente, agrega hielo y unos trozos de melón para darle un toque refrescante. -
Té frío de lima y menta
Prepara una infusión de té verde con unas rodajas de lima. Deja reposar y añade hojas de menta fresca antes de servir. -
Té negro con albahaca y limón
Infusiona té negro aromatizado y mézclalo con el zumo de un limón recién exprimido. Para un aroma más intenso, añade unas hojas de albahaca. -
Té blanco frío con piña y jengibre
En agua caliente, infusiona té blanco y añade trocitos de piña. Ralla un poco de jengibre fresco sobre la mezcla para potenciar su sabor.
¿Con cuál de estas recetas te quedas? ¡El verano tiene muchos días, así que seguro que puedes probarlas todas! 😉